jueves, 14 de junio de 2012

Concurso, luego pienso (1/14)


Concurso, luego pienso


A todos los amantes de la buena arquitectura

Sin retos no es posible avanzar, sin pensar no sabremos hacia donde hacerlo




ÍNDICE

Prólogo

  1. Trabajos previos
  2. Movimiento de tierras
  3. Cimentación
  4. Estructura
  5. Albañilería
  6. Saneamiento
  7. Instalaciones
  8. Carpinterías
  9. Vidrios
  10. Cubierta
  11. Pinturas
  12. Revestimientos y acabados
  13. Liquidación de obra



Historia de un concurso urbanístico

Prólogo

¿Qué lleva a un escritor a enfrentarse al reto que supone la redacción de un libro?

Supongo no ser el único que, durante el proceso de una lectura determinada, se ha planteado esta cuestión. No cabe duda que un libro es un trabajo tedioso y un ejercicio de creatividad e imaginación sin parangón. Sin embargo, se trata de una misión donde la recompensa debe ser, ante todo, personal. El éxito entre sus posibles lectores reside en aspectos tan subjetivos como incontrolables.

Por mi parte, la respuesta es tan sencilla como ambigua:

No lo sé.

No tengo la menor idea acerca de qué les motiva a escribir. Por tanto, en mi caso, respuesta y pregunta se funden en una única intención. Para encontrar el motivo, no se me ocurre mejor solución que empatizar con ellos y experimentar su experiencia en mis propias carnes.

Confiado en la idoneidad de este razonamiento, comienzo un nuevo reto profesional y vital, donde averiguar si soy capaz de afrontarlo, desarrollarlo y, sobre todo, culminarlo. Si todo va bien, encontraré el camino hacia las respuestas. Si no, podré al menos desprenderme de esta inquietud que me persigue desde hace años.

En este sentido, se supone que el prólogo es el encargado de explicar el por qué de enfrentarse a esta aventura e incitar a los lectores a continuar e involucrarse en él. En mi caso, el prólogo, como el resto del libro, no es sino de una de las múltiples conversaciones internas en las que me he visto sumido recientemente.

Al fin y al cabo, no me creo capaz de escribir más que de aquello sobre lo que sé, mi vida, y hacia aquello sobre lo que no sé, los por qué. Como hilo conductor la arquitectura, a medio camino entre mi sabiduría y mi ignorancia, y como objetivo final, la ciudad, tan cotidiana como desconocida.

Que sea bueno o no, ya llegará el momento de juzgarlo. Mientras tanto, confío disfruten de ello y de las múltiples circunstancias que puedan llegar a rodearlo.

No me considero, ni de lejos, escritor, siquiera un gran lector. Pero de lo único que estoy seguro es de que la mejor forma de resolver mis inquietudes es afrontarlas, vivir la experiencia y aprender de ello. Sólo lograrlo ya será recompensa suficiente.

Sin embargo, confío que esta satisfacción no sea la única.

En cuanto a mí, me gusta definirme como un “ar” con complejo de “quitecto”, en tanto en cuanto, pese a que mi título académico me define como arquitecto, mi temprana edad y mi corta experiencia, no me suponen un lastre sino una virtud; la virtud de ser humilde y entender que una profesión tan especial como ésta no se aprende en cinco años de carrera.

Siquiera en los diez años que llevo ya dedicado a ello, podría forjarse un auténtico arquitecto. Con esto no quiero decir que no me vea capaz aún de ejercer mi profesión. Todo lo contrario. De lo que no me veo capaz es de conformarme con lo ya conseguido. Más bien, me gusta enfocarlo como una oportunidad continua de seguir aprendiendo.

De este modo, enfoco el presente texto, como la redacción de una vivencia concreta y muy personal. El desarrollo de un concurso de arquitectura, concretamente urbanístico, del cual me siento tan orgulloso como frustrado. Una buena muestra de lo que significan estas licitaciones para los profesionales que deciden invertir su tiempo con la esperanza de lograr un buen resultado, o, como poco, seguir formándose y mejorar.

Para muchos, este formato de trabajo será desconocido y para otros, una realidad muy cercana; no obstante, para la inmensa mayoría de la población, creo que es una conversación típica pero lejana.

Así que aprovecho para mostrar las sensaciones que me evocó esta aventura profesional e invitaros a compartirlas conmigo.

Para poder entender su estructura, cabe destacar que este libro se organiza conforme a diferentes capítulos que estructuran cronológicamente la historia, aprovechando un símil muy arquitectónico: la distribución de una obra en partidas.

Otro aspecto fundamental de esta obra, es la intencionada ambigüedad con que se afronta la historia. Una consciente y deseada perspectiva genérica, en busca de la implicación del lector, pudiendo construir su propia ciudad, poner nombres a los protagonistas y comparar esta experiencia con sus propias vivencias tanto personales como urbanas. Una invitación formal a estudiar el contexto inmediato que nos rodea y condiciona nuestro día a día.

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