lunes, 28 de mayo de 2012

De tapitas con... Ángel Illescas


No es casual, ni mucho menos, empezar esta sección dedicada tanto a entrevistar compañeros como a homenajear amigos, con uno de los principales culpables de que a día de hoy, pueda llamarme arquitecto. Sí, porque nuestro protagonista aquí, no es sino mi compañero de batallas durante gran parte de la aventura universitaria, ese gaditano divertido y culto que supo aguantarme, si no sufrirme, durante todo el proceso académico.

Cuando pienso en la carrera, es imposible no recordar nuestras infinitas anécdotas en común, tantas noches de insomnio forzoso aderezadas con alguna que otra no tan obligada. Noches de creatividad sin límites, donde más allá de aspectos puramente arquitectónicos, nos fundíamos en interminables discusiones acerca del sentido de la vida y el lugar que se supone que debíamos ocupar en ella. Conversaciones tan interesantes como inapropiadas, teniendo en cuenta que siempre surgían en la noche previa a una entrega, que por más que nos esforzásemos en disimular, nos había vuelto a ganar la partida.

Polivalente hasta el punto de ser capaz de hacerte llorar de la risa o abrumarte con su retórica kafkiana. Ese iluminado capaz de sorprenderte con cada nuevo diseño. Un erudito aficionado al fútbol, un arquitecto con espíritu de humorista, un guitarrista apasionado con evidentes dotes de escritor; sin duda, una gran persona, brillante profesional y mejor amigo.

Son muchos los motivos que me llevan a profesarle el gran respeto y admiración que intento transmitir con estas humildes palabras. Pero por encima de todas, estarán siempre esos difíciles años en los cuales la edad nos pedía disfrutar el momento de un modo muy diferente al que lo tuvimos que hacer nosotros. En los más de cuatro años que compartimos irremediablemente juntos, ya fuese para preparar una entrega individual, de grupo, un examen o su correspondiente práctica, puedo decir orgulloso que jamás perdimos los papeles, jamás olvidamos al amigo que teníamos enfrente, por más que las situaciones nos invitaran a ello. Independientemente de las tensiones que pudieran surgir, nunca abandonamos esa sonrisa que acompañó nuestras andanzas, ese sentido del humor tan peculiar como efectivo, ese optimismo tan pragmático como crítico. Al fin y al cabo, nos empeñamos en llegar a ser lo que ahora somos, por más difícil que pudiera parecer, sin olvidar quienes éramos y lo que nos gustaba hacer.

Esta es la razón de que años después sigamos viéndonos, pese a los miles de kilómetros que separan nuestras respectivas vidas, y parezca que fue ayer cuando nos sentamos a estudiar aquel primer examen de Matemáticas II. Si alguien me pregunta por aquella etapa, sin dilación contestaré, que mereció sobradamente la pena.

No puedo sino agradecerle su apoyo durante estos años y permitiros el honor de compartir conmigo el placer de conocerle. Conocer a alguien que, permítanme esta licencia, está llamado a ser un auténtico referente; de hecho, su licenciatura, máster y futura tesis doctoral ya le avalan.

Bueno Ángel, ha llegado el momento, empecemos fuerte: ¿Que es para ti la arquitectura?
La arquitectura es el magnífico juego de los volúmenes bajo la luz… No, en serio, es muy difícil responder a esa pregunta.

Dicho esto, ¿cuándo decidiste ser arquitecto?
Sobre los 16 años, no recuerdo el día que se me ocurrió… A los 7 quería ser científico y a los 14 ingeniero de caminos. Me decidí finalmente por la arquitectura, me atraía ese lado creativo.

Me alegro de tal decisión. Y ahora en serio, ¿con qué frecuencia te arrepientes?
No me he arrepentido ni un solo segundo, en serio.

Me lo creo. ¿Cuál consideras que es el proyecto más relevante que has hecho hasta ahora?
Relevante ninguno. Para mi fueron importantes todos, aprendí mucho con cada uno.

¿Cómo describirías la experiencia de llevarlos a cabo?
Intensa, pasional. También extenuante, agotadora. Tú lo sabes bien.

Sí, algo me suena. ¿Cuál es el proyecto más ambicioso o loco en el que te has embarcado?
Locos casi todos. Ambiciosos también, pero en términos arquitectónicos, no económicos.

¿En qué momento fuiste consciente de estar inmerso en ellos?
La noche antes de la entrega.

Jajaja. ¿Tu anécdota más curiosa?
Hay cientos. Las noches en vela dan mucho de sí… Muchas las he pasado contigo. ¿Te acuerdas del campeonato de “goleítas” a las tantas de la madrugada? ¿En cuánto se quedó el récord?

La verdad es que no me acuerdo, de hecho, es una de esas cosas que me esfuerzo por olvidar. Jaja. No, fue bastante divertido. Permíteme aclararle a la gente que “goleítas” no es sino mantener la pelota en el aire a base de toques con el pie. Volviendo a la entrevista, ¿Cual sería tu cliente ideal?
El que respeta tu trabajo.

¿Has podido trabajar ya con él o es sólo una utopía?
Sí, los hay. Aunque también abunda lo contrario.

¿Qué le dirías a un estudiante de primero?
Que se lo pase lo mejor que pueda.

¿Qué te hubiese gustado escuchar a ti?
Lo mismo.

¿Qué fue lo que realmente escuchaste?
No recibí muchos consejos, la verdad. No tuve ningún “hermano mayor” arquitecto.

Si tuvieses que escoger un proyecto ajeno, ¿cuál sería y por qué?
Hoy te diría el Centro Gallego de Arte Contemporáneo de Siza. Es un edificio que estudio para mi tesis. Cuando lo visité tuve la sensación de estar en un lugar mágico… muy pocas veces he experimentado eso.

Y puestos a elegir un arquitecto, ¿quién?
Creo que lo he dejado claro… Admiro mucho a Siza.

Ya me hacía una idea, sí. Pero, de no haberte decidido por esta profesión, ¿cuál hubieses elegido?
Delantero centro del Cádiz. Empiezo a notar en el entrevistador cierto arrepentimiento o desencanto con la profesión… jajaja.

Para nada, jaja. Seamos sinceros, ¿cuál es tu mayor miedo?
Te refieres a lo profesional, ¿no? No tengo ningún miedo, tengo mucho que ganar y poco que perder.

Buena actitud. ¿Cuál crees que es tu mayor virtud como arquitecto?
Que me gusta mucho mi trabajo.

¿Cómo te definirías, pues, como arquitecto?
Comprometido.

¿Algo más que añadir?
Otra tapa de ensaladilla, por favor.

Bien, ahora que ya te conocemos, la pregunta estrella: ¿cuál es tu consejo para salir de la crisis?
Trabajar más duro.

¿Cómo entraste en ella?
De cabeza, nada más terminar la carrera.

¿Cómo piensas que saldrás?
Puede que la crisis haya venido para quedarse y haya que acostumbrarse. Pero la crisis tiene aspectos positivos. Hay más tiempo para reflexionar e investigar, y dicho sea de paso, para hacer las cosas mejor. Personalmente no creo que sea el fin del mundo…

Ya sabemos que es para ti la arquitectura, pero, ¿qué esperas que sea después de la crisis?
La profesión de arquitecto sigue siendo prácticamente la misma desde hace casi 50 siglos, es una profesión muy vieja. El primer arquitecto conocido se llamaba Imhotep, y vivió en torno el 2690 - 2610 a. C. en Egipto. No creo que haya cambiado mucho la profesión desde entonces. Después de la crisis, seguramente habrá muchos arquitectos haciendo otras cosas, pero lamentablemente no arquitectura.

Interesante respuesta. ¿Qué queda del joven que se adentró en esta carrera?
Encuentro la pregunta tendenciosa… ¿Tan viejo me ves ahora? Jajaja.

Ha sido un placer contestar estas preguntas, dime cuanto te debo por la terapia. Te felicito por la iniciativa. Hasta la próxima!
Sin lugar a dudas, el placer ha sido mío. Gracias a ti por prestarte a este interrogatorio improvisado. Mucha suerte con tus proyectos y para lo que necesites ya sabes donde encontrarme.
Un abrazo.


Y hasta aquí nuestro #LunesdeTapitas de hoy.

Un saludo.


De tapitas con...

Ángel Illescas
Arquitecto y Máster en Teoría y Práctica del Proyecto de Arquitectura


1 comentario:

  1. Alvaro, muchas gracias por tus bellas palabras. Me has emocionado!! Te has pasado!!
    Espero tener alguna ocasión de poder corresponderlas como se merece, a largo y tendido... Solo decirte brevemente, que ha sido un gran placer tenerte como compañero de batallas, que he aprendido mucho de ti en todos los sentidos, lo digo en serio, y que me siento muy afortunado de tenerte como amigo.
    Un fuerte abrazo

    ResponderEliminar