lunes, 4 de febrero de 2013

Concurso, luego pienso (14/14)


12. Liquidación de obra

Las siguientes semanas, transcurren inmersas en las diferentes dinámicas que nos mantienen distraídos. No obstante, todos sabemos de este extraño vínculo capaz de unirnos en momentos puntuales. Conectados a través de la sensación de rabia que aumenta con cada nueva noticia, referencia, cita o imagen relacionada con el innombrable evento.

No puedo decir que me arrepienta de lo ocurrido, pero tampoco puedo engañarme y negar que, por más que me alejara de aquel día, no podía evitar pensar en qué hubiese pasado.

Sin apenas percatarme de su presencia, el fatídico día llegó, tranquilo y pausado. Consciente de su importancia y del efecto que en nosotros iba a suponer. No nos llamamos, pero no cabe duda que aquel día no paramos de hablar y pensar en el resto.

Meses más tarde, aún perdura esa inquietud. Ese regusto amargo que vaga a sus anchas entre sombras y rincones. Aunque a día de hoy, lo que crece sin cesar es el miedo a no olvidar, a arrepentirme algún día de todo lo sucedido. Crece la sensación de que existe una parte de mí, que no acaba de cerrar este capítulo de mi vida.

15 de abril de 2012.

Tras más de veinte mil palabras repletas de insensateces y erratas. Tras gran cantidad de horas frente a mi ordenador sin saber muy bien el por qué de este nuevo reto en el que me encuentro sumido. Tras noches sin dormir y días absorto en mis pensamientos literarios. Por fin, no necesito de un diccionario para entender lo que sucede aquí. No requiero ningún buscador de sinónimos para aparentar cierta elocuencia y rigor técnico.

No.

Acabo de entenderlo todo.

Esta maravillosa aventura, no es sino el cierre a una de las etapas más interesantes de mi vida. Una redención merecida del trauma y la vergüenza que residían en lo más profundo de mi ser.

Con estas lapidarias palabras, me despido con alegría de una pesada carga que he llevado conmigo durante meses.

Hoy, día quince de abril, abro una puerta para poder cerrar otra. Ahora entiendo, que la única razón por la cual me adentro en este nuevo territorio profesional, es por necesidad.

Sí.

Necesidad de compartir estas emociones con alguien, desconocidos o no. Necesidad de mostrar al ciudadano medio, la belleza que encierra su ciudad, sea cual sea esta. Necesidad de enseñar a la gente lo complejo que resulta un concurso público. Lo difícil que es pensar ciudad. Lo poco que se hace. Y lo bonito que puede llegar a ser, compartir con compañeros tan inquietos y entusiastas como tú, el amor hacia esta profesión, la pasión y respeto hacia su manifestación más conmovedora, la ciudad. Aquella en la que se esfuma cualquier duda o reticencia sobre el papel que juega la arquitectura en nuestro día a día.

La ciudad la piensan unos, pero tienden a vivirla otros. Ya es hora de que pensadores y usuarios se pongan de acuerdo y empiecen a trabajar en equipo.

¡Viva la ciudad pensada!


Continuará??? Seguro que sí. ;-) (Parte 14/14)

No hay comentarios:

Publicar un comentario