Probablemente muchos de vosotros hayáis
llegado a este peculiar artículo a través de un tweet, o
como poco, estéis familiarizados con términos como retweet,
timeline, hashtag... Sea como fuere, me considero uno
de los muchos millones de personas que dedican parte de su tiempo a
deambular por ese extraño mundo virtual que alguien decidió
inventar para nosotros. Sin embargo, no ha sido hasta ahora, tras
muchos meses de experimentación y análisis empírico que me veo
capacitado para descifrar el complejo código escondido tras esos
escasos ciento cuarenta caracteres.
A lo largo de este post, intentaré
plasmar el resultado de dicha investigación científico-social, un
recorrido por los diferentes perfiles detectados en esta red, donde
agrupar a los usuarios en función de sus comportamientos y
actitudes. He aquí las diversas especies que pueblan nuestro nuevo
mundo:
- El búho: todo usuario
principiante decide adentrarse temeroso en este extraño pero
interesante escenario, sólo por probar, guiado por la creciente
curiosidad generada por su entorno más inmediato y potenciado por
los medios de comunicación. Como no podía ser de otro modo, esta
fase de adaptación y aprendizaje da lugar al tipo de usuario uno,
el búho. Ese personaje dubitativo y algo tímido que comienza a
seguir a aquellos famosos y usuarios más seguidos, con idea de
entretener sus horas más aburridas del día, sin escribir nada por
vergüenza y limitándose a observar desde la distancia en lo que
parece la preparación infinita de su descomunal ataque, su primer
tweet.
- El funcionario: la fase búho
puede durar días o incluso meses, según el tiempo libre del
individuo, su afición a la informática, si dispone de smartphone
o no, etc. Pese a ello, llega el anunciado día en que rompe una de
sus barreras mentales para adentrarse en ese mundo tan llamativo
como absurdo, tomando parte en el infantil juego de los
“mensajitos”. Desde ese mismo instante, se inicia la segunda
fase del proceso, la fase funcionario. Sí. Ese periodo en el cual,
nos vamos incorporando a la dinámica poco a poco. De cada tres
días que vamos, trabajamos uno. El resto nos dedicamos a observar
y justificar nuestra visita con un retweet esporádico,
dicho de otro modo, aprovechar el trabajo de otros para aparentar
que estamos ahí, “al pie del cañón”.
- La madre coraje: esta nueva fase
surge tras un largo periodo de “funcionariado” en el cual
encontramos el verdadero sentido de ese tipo de vida, cansarse.
Efectivamente, todo cansa, y llega un momento en el que el usuario
acaba detestando esa apatía para aventurarse a una etapa más
activa y participativa. Es entonces cuando surge la madre coraje
que todos llevamos dentro. Un ser defensor por naturaleza,
convencido de que cada tweet es una muestra inequívoca de
excelencia, un candidato indiscutible a trending topic por
el cual merece la pena luchar “a capa y espada”.
La siguiente etapa comienza con un
cruce de caminos. Nos encontramos ante un verdadero punto de
inflexión en todo este proceso social. Los resultados obtenidos
durante el periodo de madre coraje condicionarán nuestro futuro
más inmediato. Podemos rendirnos ante la fatalidad en forma de
ausencia de seguidores y volver a la fase búho, o incluso optar
por acabar con nuestro perfil. O por el contrario derivar en una de
las diferentes variantes de lo que denomino la cuarta fase, según
sea el grado de “cansino” alcanzado:
- El locutor de radio: es aquel
individuo empeñado en describir a sus fieles seguidores cada
instante señalado en su vida, un espejo gigante diseñado para
reflejar cada aspecto considerado interesante de su alrededor.
Ciertos tweets resultan interesantes aunque pocas son las
vidas lo suficientemente excitantes como para no resultar algo
cansinas.
- El “monologuista”: todos
reconocemos el típico perfil del humor, tweets infinitos
repletos de frases graciosas y chistes malos, siempre dispuestos a
alegrarnos el día y arrancarnos una sonrisa. Sin embargo, de vez
en cuando cansa tanta comedia y falta de seriedad en lo relativo a
determinados temas de actualidad.
- La Bridget Jones: probablemente
una de las más cansinas de este entorno virtual. La protagonista
de este estereotipo responde a una necesidad compulsiva por
transcribir cada segundo de su vida como si de un diario se
tratase. Frases como, en el coche al trabajo, saliendo de la ducha,
o de vuelta a casa; son sólo algunos ejemplos de lo que su falta
de discreción es capaz de ofrecernos como deleite cotilla.
- El científico: personaje
aplicado y concienzudo que, lamentablemente, acaba por creerse su
valía hasta el punto de pretender inventar la pólvora una y otra
vez con cada uno de sus tweets. En su esfuerzo por destacar
e impresionar a sus seguidores suelen aportar información
sorprendente y actual muy entretenida. El problema, cuando no
encuentran el ansiado trofeo y comienzan a rellenarnos el TL
(timeline) con noticias de segundo nivel o demasiado
rocambolescas.
- El monotema: generalmente
asociados a comerciales y representantes de empresas o productos de
una determinada marca, que confunden su interés profesional por
vender, con nuestro interés personal por aprender o desconectar.
Toda información puede resultar gratificante siempre que no se
convierta en una saturación excesiva de noticias similares y con
un objetivo tan banal.
- La estrella porno: se caracteriza
por creerse actor, sin darse cuenta de que lo único que saber
hacer, realmente, es dar por... En fin, cansino por definición,
nos “deleita” con una insufrible retahíla de tweets sin
sentido y faltos de todo decoro personal.
- El bombero-torero: suele aparecer
vinculado a representantes del ámbito político nacional,
especialmente entrenados para “marear la perdiz” y demostrar su
maestría en el uso del capote. Todo ello aderezado con grandes
dosis de “apaga-fuegos” en los cuales mejorar una imagen tan
estudiada como frágil, asumiendo el riesgo de salir derrotados
ante el desconocimiento de la tecnología y el exceso de
intermediarios, con el único objetivo de cosechar alguna victoria
parcial en forma de típica foto de éxito y cercanía.
En definitiva, simples estadios
intermedios hacia lo que se denomina un buen “tuitero”, un
referente de buen comportamiento que deriva en un gran número de
seguidores convencidos y desinteresados, atraídos exclusivamente
por la valía y calidad de la información facilitada. Dicho de
otro modo, deambulamos entre los diferentes tipos de “tuitero”
existentes, en nuestro afán por emplear esta oportunidad virtual
para lograr convertirnos en las estrellas que no hemos podido ser
en la realidad. Todo ello por olvidarnos de que en el fondo, no
dejamos de ser personas jugando a ser otras personas, cuando lo
único que realmente funciona es ser uno mismo y comportarse con la
naturalidad con que lo haríamos en la calle. No necesitamos mayor
oportunidad que la que nos brinda el día a día, si lográsemos
desprendernos del orgullo, los prejuicios y los tabúes, como
parece prometernos el teclado y sus escasos ciento cuarenta
caracteres.
Con la sincera intención de que
nadie se sienta ofendido por este ingenuo artículo de opinión y
entretenimiento, me gustaría trasladarles ahora la patata
caliente. Pasaros el turno y daros la oportunidad de mostrar
vuestro desacuerdo.
¿En cual de estas fases os
encontráis? #mialterego
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