No
es casual, ni mucho menos, empezar esta sección dedicada tanto a
entrevistar compañeros como a homenajear amigos, con uno de los
principales culpables de que a día de hoy, pueda llamarme
arquitecto. Sí, porque nuestro protagonista aquí, no es sino mi
compañero de batallas durante gran parte de la aventura
universitaria, ese gaditano divertido y culto que supo aguantarme, si
no sufrirme, durante todo el proceso académico.
Cuando
pienso en la carrera, es imposible no recordar nuestras infinitas
anécdotas en común, tantas noches de insomnio forzoso aderezadas
con alguna que otra no tan obligada. Noches de creatividad sin
límites, donde más allá de aspectos puramente arquitectónicos,
nos fundíamos en interminables discusiones acerca del sentido de la
vida y el lugar que se supone que debíamos ocupar en ella.
Conversaciones tan interesantes como inapropiadas, teniendo en cuenta
que siempre surgían en la noche previa a una entrega, que por más
que nos esforzásemos en disimular, nos había vuelto a ganar la
partida.
Polivalente
hasta el punto de ser capaz de hacerte llorar de la risa o abrumarte
con su retórica kafkiana. Ese iluminado capaz de sorprenderte con
cada nuevo diseño. Un erudito aficionado al fútbol, un arquitecto
con espíritu de humorista, un guitarrista apasionado con evidentes
dotes de escritor; sin duda, una gran persona, brillante profesional
y mejor amigo.
Son
muchos los motivos que me llevan a profesarle el gran respeto y
admiración que intento transmitir con estas humildes palabras. Pero
por encima de todas, estarán siempre esos difíciles años en los
cuales la edad nos pedía disfrutar el momento de un modo muy
diferente al que lo tuvimos que hacer nosotros. En los más de cuatro
años que compartimos irremediablemente juntos, ya fuese para
preparar una entrega individual, de grupo, un examen o su
correspondiente práctica, puedo decir orgulloso que jamás perdimos
los papeles, jamás olvidamos al amigo que teníamos enfrente, por
más que las situaciones nos invitaran a ello. Independientemente de
las tensiones que pudieran surgir, nunca abandonamos esa sonrisa que
acompañó nuestras andanzas, ese sentido del humor tan peculiar como
efectivo, ese optimismo tan pragmático como crítico. Al fin y al
cabo, nos empeñamos en llegar a ser lo que ahora somos, por más
difícil que pudiera parecer, sin olvidar quienes éramos y lo que
nos gustaba hacer.
Esta
es la razón de que años después sigamos viéndonos, pese a los
miles de kilómetros que separan nuestras respectivas vidas, y
parezca que fue ayer cuando nos sentamos a estudiar aquel primer
examen de Matemáticas II. Si alguien me pregunta por aquella etapa,
sin dilación contestaré, que mereció sobradamente la pena.
No
puedo sino agradecerle su apoyo durante estos años y permitiros el
honor de compartir conmigo el placer de conocerle. Conocer a alguien
que, permítanme esta licencia, está llamado a ser un auténtico
referente; de hecho, su licenciatura, máster y futura tesis doctoral
ya le avalan.
Bueno
Ángel, ha llegado el momento, empecemos fuerte: ¿Que es para ti la
arquitectura?
La
arquitectura es el magnífico juego de los volúmenes bajo la luz…
No, en serio, es muy difícil responder a esa pregunta.
Dicho
esto, ¿cuándo decidiste ser arquitecto?
Sobre
los 16 años, no recuerdo el día que se me ocurrió… A los 7
quería ser científico y a los 14 ingeniero de caminos. Me decidí
finalmente por la arquitectura, me atraía ese lado creativo.
Me
alegro de tal decisión. Y ahora en serio, ¿con qué frecuencia te
arrepientes?
No
me he arrepentido ni un solo segundo, en serio.
Me
lo creo. ¿Cuál consideras que es el proyecto más relevante que has
hecho hasta ahora?
Relevante
ninguno. Para mi fueron importantes todos, aprendí mucho con cada
uno.
¿Cómo
describirías la experiencia de llevarlos a cabo?
Intensa,
pasional. También extenuante, agotadora. Tú lo sabes bien.
Sí,
algo me suena. ¿Cuál es el proyecto más ambicioso o loco en el que
te has embarcado?
Locos
casi todos. Ambiciosos también, pero en términos arquitectónicos,
no económicos.
¿En
qué momento fuiste consciente de estar inmerso en ellos?
La
noche antes de la entrega.
Jajaja.
¿Tu anécdota más curiosa?
Hay
cientos. Las noches en vela dan mucho de sí… Muchas las he pasado
contigo. ¿Te acuerdas del campeonato de “goleítas” a las tantas
de la madrugada? ¿En cuánto se quedó el récord?
La
verdad es que no me acuerdo, de hecho, es una de esas cosas que me
esfuerzo por olvidar. Jaja. No, fue bastante divertido. Permíteme
aclararle a la gente que “goleítas” no es sino mantener la
pelota en el aire a base de toques con el pie. Volviendo a la
entrevista, ¿Cual sería tu cliente ideal?
El
que respeta tu trabajo.
¿Has
podido trabajar ya con él o es sólo una utopía?
Sí,
los hay. Aunque también abunda lo contrario.
¿Qué
le dirías a un estudiante de primero?
Que
se lo pase lo mejor que pueda.
¿Qué
te hubiese gustado escuchar a ti?
Lo
mismo.
¿Qué
fue lo que realmente escuchaste?
No
recibí muchos consejos, la verdad. No tuve ningún “hermano mayor”
arquitecto.
Si
tuvieses que escoger un proyecto ajeno, ¿cuál sería y por qué?
Hoy
te diría el Centro Gallego de Arte Contemporáneo de Siza. Es un
edificio que estudio para mi tesis. Cuando lo visité tuve la
sensación de estar en un lugar mágico… muy pocas veces he
experimentado eso.
Y
puestos a elegir un arquitecto, ¿quién?
Creo
que lo he dejado claro… Admiro mucho a Siza.
Ya
me hacía una idea, sí. Pero, de no haberte decidido por esta
profesión, ¿cuál hubieses elegido?
Delantero
centro del Cádiz. Empiezo a notar en el entrevistador cierto
arrepentimiento o desencanto con la profesión… jajaja.
Para
nada, jaja. Seamos sinceros, ¿cuál es tu mayor miedo?
Te
refieres a lo profesional, ¿no? No tengo ningún miedo, tengo mucho
que ganar y poco que perder.
Buena
actitud. ¿Cuál crees que es tu mayor virtud como arquitecto?
Que
me gusta mucho mi trabajo.
¿Cómo
te definirías, pues, como arquitecto?
Comprometido.
¿Algo
más que añadir?
Otra
tapa de ensaladilla, por favor.
Bien,
ahora que ya te conocemos, la pregunta estrella: ¿cuál es tu
consejo para salir de la crisis?
Trabajar
más duro.
¿Cómo
entraste en ella?
De
cabeza, nada más terminar la carrera.
¿Cómo
piensas que saldrás?
Puede
que la crisis haya venido para quedarse y haya que acostumbrarse.
Pero la crisis tiene aspectos positivos. Hay más tiempo para
reflexionar e investigar, y dicho sea de paso, para hacer las cosas
mejor. Personalmente no creo que sea el fin del mundo…
Ya
sabemos que es para ti la arquitectura, pero, ¿qué esperas que sea
después de la crisis?
La
profesión de arquitecto sigue siendo prácticamente la misma desde
hace casi 50 siglos, es una profesión muy vieja. El primer
arquitecto conocido se llamaba Imhotep, y vivió en torno el 2690 -
2610 a. C. en Egipto. No creo que haya cambiado mucho la profesión
desde entonces. Después de la crisis, seguramente habrá muchos
arquitectos haciendo otras cosas, pero lamentablemente no
arquitectura.
Interesante
respuesta. ¿Qué queda del joven que se adentró en esta carrera?
Encuentro
la pregunta tendenciosa… ¿Tan viejo me ves ahora? Jajaja.
Ha
sido un placer contestar estas preguntas, dime cuanto te debo por la
terapia. Te felicito por la iniciativa. Hasta la próxima!
Sin
lugar a dudas, el placer ha sido mío. Gracias a ti por prestarte a
este interrogatorio improvisado. Mucha suerte con tus proyectos y
para lo que necesites ya sabes donde encontrarme.
Un
abrazo.
Y
hasta aquí nuestro #LunesdeTapitas de hoy.
Un
saludo.
De
tapitas con...
Ángel
Illescas
Arquitecto
y Máster en Teoría y Práctica del Proyecto de Arquitectura
Alvaro, muchas gracias por tus bellas palabras. Me has emocionado!! Te has pasado!!
ResponderEliminarEspero tener alguna ocasión de poder corresponderlas como se merece, a largo y tendido... Solo decirte brevemente, que ha sido un gran placer tenerte como compañero de batallas, que he aprendido mucho de ti en todos los sentidos, lo digo en serio, y que me siento muy afortunado de tenerte como amigo.
Un fuerte abrazo