- ¿Qué pasa Juan? ¡Cuánto tiempo sin verte!
- Pues la verdad es que sí. Es que he estado un poco perdido. Llevo varios meses encerrado.
- ¿Y eso? Por fin te has mirado en el espejo, ¿no? Jajaja.
- ¡Eres un cachondo! Jaja. Habló el “Brad Pitt de la Bahía”, no te jodes. Pues no, llevo meses estudiando una oposición y mi preparador solo me deja descansar un día a la semana. Es super jodida y me lo tengo que tomar en serio.
- ¿Una oposición? ¿A tu edad? Pues sí que está la cosa mala, ¿no?
- Pues sí. No queda otra. Así que te puedes imaginar lo aburrida que se ha vuelto mi vida. Nada que contar, más allá del menú de la cafetería o la increíble aventura que supuso la última avería de la máquina de café. Jaja.
- ¿Y a qué te presentas?
- Es una oposición un poco rara que he encontrado.
- Ah, vale. ¿Y para cuándo tienes los exámenes?
- Pues empiezo el mes que viene, así que hoy me he “rallado” un poco y he decidido salir a dar una vuelta porque me voy a quedar tonto de tanta biblioteca.
- ¡Ufff, es que eso debe de ser una locura! Yo no podría.
- Ya, eso dicen todos. Yo también lo pensaba, pero bueno, al final es ponerse. A mí me costó volver a coger el ritmo de estudio después de tantos años.
- Me imagino. Desde que acabamos la universidad no cogías unos apuntes, ¿no?
- Tal cual.
- ¡Qué crack! ¿Y te ves preparado para aprobar?
- Mi preparador dice que sí, aunque yo creo que esta primera vez es un poco precipitada. Me veo muy justo.
- Bueno, si él te dice que sí...
- Ya, claro, ¿qué me va a decir?
- Puede ser, también es verdad. ¿Y de qué van los temas de la oposición?
- Pues nada, lo mismo de siempre, memorizar un montón de temas y luego cantarlos delante de un tribunal.
- ¿Cantarlos? ¿Qué dices Juan?
- Jaja, sí, se le dice así. Tengo que recitar en voz alta el tema completo de pe a pa.
- ¡Hostia! ¿Y eso para qué vale? ¿No sería más fácil leerlo y ya está? Jaja. No te lo tomes a mal Juan, pero yo pensaba que os hacían aplicar la teoría para que demostréis que os la sabéis y la habéis entendido.
- Ya, claro. Eso sería lo lógico. ¿Pero desde cuando se ha hecho lo lógico en este puñetero país? Ya sabemos que aquí lo de hacer las cosas bien no se lleva.
- Vale, en eso tienes razón. ¿Pero en la carrera nos hacían aplicar las cosas no?
- Bueno, entre comillas, pero sí. Si lo piensas, desde pequeñitos nos han enseñado tan solo a memorizar. ¡Hasta las matemáticas había que sabérselas de memoria!
- ¡Joder Juan! Pues ahora que lo dices...
- ¡Claro! En este país no nos enseñan a aprender. ¿Para qué? Nadie nos enseña a pensar, ni siquiera a estudiar. Aquí lo que se lleva es lo de ponernos a repetir como loros lo que pone en los libros, sin más.
- Hombre es que, visto así, igual es hasta mejor. Desde luego se ahorran que la gente tenga una opinión propia.
- ¡Exacto! Esa es la cruda realidad. Nos prefieren como borregos.
- ¡Qué duro Juan! Pobres niños, ¿no? ¡Me dan ganas de sacar a mi niño del colegio y enseñarle yo!
- ¡Ojalá! Jaja. Seguro que lo harías mejor.
- ¡”Es o no”! Bueno Juan, me alegro mucho de verte. Y suerte con los exámenes. ¡Que sé que tú eres un crack! ¡Seguro que te lo sacas! ¡Y después, a vivir del cuento toda la vida!
- Jajaja. ¡Di que sí! Igual hasta podría hacer algo, una vez dentro, por mejorar las cosas. Jajaja. ¡Qué gilipollez! ¿No te digo yo que me estoy quedando tonto?